domingo, 9 de septiembre de 2007

¿Quién me testimonia?


Carta de Lector enviada a La Voz del Interior el 9 de setiembre del 2007 y una serie importante de medios. La carta ha sido publicada por Indymedia.

Para interiorizarse previamente en la problemática, se recomiendan especialmente las siguientes notas:
"Con urnas virtuales 'gargaron' a Juez: grotesco fraude en Córdoba" - Severo Turro
"Una protesta que se pone en marcha" - Martín Piqué para Página 12 - 07 de septiembre de 2007

"Los números que no cierran" - Martín Piqué - Página 12 - 07 de septiembre de 2007.
"Me gusta el vino y la joda" - Nota de Opinión en página 12.



La lista de actores sociales que a uno lo sorprenden, crece desde los lugares menos pensados. Del domingo al lunes ocurrieron en Córdoba, hechos dramáticos y terribles, un aire generalizado de sospecha sobre la transparencia de las elecciones y un sentimiento caldeado de impotencia e indignación. Mientras tanto, y con el correr de los días, uno se va encontrando con la gente y charla. Dependiendo de la cantidad de gente con la uno se relaciona y la variedad de ambientes en los que se mueve, va construyéndose una especie de muestra de la opinión popular. Muestra, desde luego, sesgada, pero cuyo sesgo es totalmente posible de ser determinado. No soy juecista y tengo mis serias reservas sobre esa fuerza política, debo admitirlo. Y en el camino de la semana me crucé con gente por el estilo y más antijuecista, digamos, que no lo votó y que no lo votaría. Sin embargo, la sensación generalizada es que hubo fraude, o por lo menos “cosas muy extrañas y sospechosas”, que han generado una gran indignación. Este vendría a ser el “sesgo”, de mi “muestra”. Se trata de gente que, en primer lugar, está lejos de militar, y en segundo lugar, que está lejos en su simpatía política con el juecismo. Sin embargo, repudia lo acaecido el pasado domingo, le preocupa profundamente que estas cosas ocurran y considera necesario manifestarlo. Muchos de ellos estuvieron el pasado jueves.

Yo marché el jueves pasado. Fui con amigos y, de los cuales, el 100% no son juecistas ni lo serán, pero que querían manifestar su indignación. Tampoco son militantes de la izquierda, sencillamente, son ciudadanos preocupados por la situación política, pero con cierto escepticismo sobre las fuerzas mayoritarias que se presentaban el pasado fin de semana. Y así la calle, la Avenida Colón, se vistió de pueblo, y me siento en la necesidad moral de testimoniar lo que los titulares de los diarios esconden o recluyen a pequeñas notitas diluidas entre publicidades del Banco de la Provincia y gruesos escritos con sabor a nada.

El jueves marchó la sociedad civil, marchó “la gente”, el pueblo, no un sector de la sociedad como se procura instalar desde los medios. Porque no puedo dejar pasar que se me atribuya la propiedad de un grano de arena, en el arenero de la medición de poder, de una supuesta disputa entre dos personas. El jueves NO hubo una medición de fuerzas entre dos sectores. Hubo, por un lado, una manifestación de una posición política popular, de indignación y un reclamo de Justicia. Por otro lado, hubo una endeble demostración de fuerza en el interior de la provincia. Donde fuerza significa, “yo tengo el aparato para juntar con mis punteros una cierta cantidad de gente y utilizar políticamente eso en un discurso”. En cambio, en la ciudad, no hubieron discursos, casi no hubieron pancartas partidistas (las cuales quedaron acotadas a las fuerzas de izquierda, lo que desnuda, la amplitud de sectores que integraban la marcha), no hubo una atribución personal de un rejunte de gente, sino una marcha de indignación popular que se limitó a cantar el Himno. Allí estuvo toda una gama de sectores, a pesar el miedo y las amenazas del candidato oficialista, que el martes dijera “nosotros también tenemos militancia”, que bien puede traducirse, “nosotros tenemos para pagar matones para que enfrenten a esa manifestación” y “por cada urna de las nuestras que abran, caerán cinco de los de ellos”. El jueves el pueblo de Córdoba desafió al miedo, desafió a las amenazas de Schiaretti y desde el gobierno, cuando se sugería la infiltración de “grupos violentos”.

Los titulares de los diarios dicen otra cosa. Pareciera que un medio local no hubiese estado el jueves en Córdoba y hubiese analizado la manifestación desde la lejanía de un escritorio, con los lentes usuales que se mira cualquier otra marcha. Pero la del jueves no fue "cualquier otra marcha". El jueves había familias, abuelas rozando los ochenta años, que aplaudían al son de “la voluntad del pueblo no se vende”, maestras y maestros, médicos y estudiantes terciarios, secundarios y universitarios. Trabajadores, empleados, oficinistas de traje, y sí, también militantes del Frente Cívico. ¿Dónde está la foto del estudiante terciario, que se subió a un teléfono público vestido de un burro blanco, con los ojos y la boca vendados, y un cartel que decía, con otras palabras, “así me quieren”? ¿Dónde está la foto de los montones de carteles improvisados con fibra sobre un pedazo de papel? ¿Dónde está la foto de los montones de pequeñas urnas hechas con cajas de zapatos forradas desde la profundidad de las casas de la ciudad de Córdoba? ¿Dónde está en la medición de concurrencia, la cuadra y media ocupada a alta intensidad entre General Paz y Rivera Indarte? ¿Y las de intensidad media desde Sucre a Cañada? Yo estuve ahí, no me la cuenten. Un Chateau lleno no entra en las calles de Alta Gracia. En la ciudad de Córdoba hay que tomar fotos aéreas, en Alta Gracia desde el piso. Tapa de un diario. Pero no se trata de eso, se trata de tergiversar una manifestación popular en una disputa personal o entre "sectores". Me lo esperaría del delasotismo, pero no de la inmensa mayoría de los diarios. Quizá es remotamente plausible de un medio de Buenos Aires, pero es impensable de un medio local. ¿Dónde estuvieron? ¿Desde donde vieron la marcha?

La Ley NO PROHÍBE contar voto a voto ¿Cuál es el problema? ¿Cuál es el problema de traer veedores y hacer el conteo para salvaguardar la credibilidad de la democracia? ¿Cuál es el problema de comprometerse con una causa popular? El problema es perder los ingresos por publicidad del gobierno. El problema es que, por fin, quede claro, que la integridad intelectual se vende y que, quede totalmente claro, que no tenemos prensa, que tenemos empresas publicitarias. El problema es que quede desnudo, que no tenemos democracia. Que tenemos mercado, y que todo está a la venta. Hasta un titular de primera plana.

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